Hoy posteamos una historia basada en hechos reales, dirigida sobre todo a los estudiantes de traducción y carreras afines. La escribió hace algunos meses una de nuestras estudiantes en prácticas, Eva. Refleja un mar de dudas que terminó (ATENCIÓN SPOILERS ) con un final feliz… sobre todo para nosotros, porque ahora forma parte de nuestro equipo :)

Ahí os lo dejo.

Ya (casi) soy graduada en Traducción, ¿y ahora qué?

A cuatro meses de convertirme en graduada en Traducción, creo que esa es precisamente una de las preguntas que tanto yo como muchos otros compañeros —ya sean traductores o de otras carreras— más nos hacemos: ¿y ahora qué?

Y es que hasta ahora todos los pasos que hemos ido dando han sido más o menos guiados, uno tras otro: de la ESO a bachillerato y de ahí a la universidad. Es cierto que teníamos dónde elegir, pero siguiendo un mismo camino; y ahora que se podría decir que hemos llegado al final, se nos abre una puerta con infinidad de posibilidades que, sí, nos dan la oportunidad de decidir qué queremos hacer realmente, pero que en un principio asusta, y bastante.

Así que, ante este panorama, he pensado que una buena idea es hacer una pequeña lista con algunas de estas posibilidades, para que veáis —y en cierto modo convencerme a mí misma también de ello— que no se acaba todo cuando nos dan el título.

Estudiar, estudiar y estudiar… Una de las opciones que todos hemos tenido en mente es seguir estudiando un máster o algún curso de posgrado. Ahora bien —y esto últimamente lo he oído muchísimas veces— antes hay que tener muy claro qué queremos estudiar: si queremos seguir con la traducción o no y, si es así, cuál es la especialidad que más nos interesa. Ya que vamos a invertir una cantidad de dinero y tiempo importantes, mejor asegurarse de que podamos sacarle provecho luego.

Siempre nos quedará el extranjero. Una de las ventajas que tenemos los estudiantes de traducción frente a otras carreras son los idiomas, por lo que nos resulta más fácil coger la maleta e irnos a recorrer mundo. En este aspecto tenemos también varias posibilidades: aprovechar las becas del Ministerio del Exterior para ser auxiliares de conversación en el extranjero, pasar una temporadita de au pair para mejorar el idioma o incluso probar suerte con empresas de traducción extranjeras. Además, muchas instituciones internacionales como algunos organismos de la ONU o de la Unión Europea ofrecen prácticas, remuneradas y no remuneradas, a recién graduados. Si nos gusta ese tipo de traducción y pasamos el proceso de selección —que no siempre es fácil— es una oportunidad única para trabajar en un ambiente realmente multicultural.

Para los que habéis descubierto que la traducción no es lo vuestro.  Cuatro años dan para mucho, hasta para darte cuenta de que los idiomas sí que te gustan, pero que igual pasarte la vida traduciendo no es lo que más te atrae. Como he dicho antes, los idiomas nos abren bastantes puertas, así que se trata de encontrar qué es lo que realmente nos gustaría hacer e ir a por ello. Seguro que aunque no tenga nada que ver con la traducción, los idiomas que hayamos aprendido durante la carrera jugarán a nuestro favor.

Lanzarse al mundo laboral. Y, finalmente, nos queda la opción de probar suerte en el mundo laboral. Estamos hartos de oír que la situación no es la idónea y que entrar en el mundo de la traducción es difícil, pero si no lo intentamos seguro que no lo conseguiremos. Además, si no nos vemos demasiado seguros, siempre tenemos la opción de hacer unas prácticas antes para ir cogiendo un poco de soltura y experiencia. La cuestión es no desanimarse e ir probando.

Es posible que se me haya escapado alguna posibilidad más, pero la idea que pretendía transmitir es que puede que ahora mismo tengamos todos esa sensación de no saber cómo seguir, pero debemos tener en cuenta que son muchas las opciones que tenemos. Se trata de ver cuál es la que más nos conviene e ir a por todas, al fin y al cabo, vamos a ser la próxima generación de traductores, ¿no?